¿Cómo aprendemos? Los cuatro pilares con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro
¿Cómo aprendemos? Los cuatro pilares
con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro
El libro ¿Cómo
adquirimos conocimientos? Los cuatro fundamentos que la educación puede
potenciar los talentos de nuestro cerebro, de Stanislas Dehaene, representa un
análisis detallado y práctico de los procesos de aprendizaje en el ser humano,
respaldado en estudios de las neurociencias y la psicología cognitiva. Su meta
principal es reducir la brecha entre la comprensión del cerebro y su uso en la
educación, sosteniendo que el aprendizaje humano puede mejorar al tener en
cuenta cuatro elementos esenciales: la atención, la participación activa, la
gestión de errores con retroalimentación constructiva y la consolidación de la
información adquirida.
Introducción y Contexto
Dehaene, un
reconocido neurocientífico, indica que por un largo periodo, los progresos en
el entendimiento del cerebro no influyeron directamente en las prácticas
pedagógicas, permaneciendo principalmente en el campo del laboratorio. El
escritor sostiene que es vital que la educación se ajuste a los hallazgos sobre
cómo el cerebro procesa, guarda y recupera datos, ya que solo de esta manera se
podrá potenciar el potencial de aprendizaje humano. El escritor se cuestiona
por qué, a pesar de nuestro amplio conocimiento en torno a la plasticidad
neuronal, la atención o la memoria, estos saberes no se han incorporado
totalmente en el sector educativo.
Los Cuatro Pilares del
Aprendizaje
Dehaene estructura su propuesta alrededor de cuatro
"cimientos" o principios neurocientíficos que promueven un
aprendizaje eficaz
1. La atención: La atención es crucial ya que facilita que el cerebro se enfoque en lo
importante, filtrando estímulos y otorgándole importancia a la información de
importancia. De acuerdo con el escritor, "enseñar implica enfocarse
en la atención del otro". Para los docentes, esto conlleva la creación de
un entorno que mantenga el interés activo de los alumnos y que les facilite
dirigir su pensamiento hacia las metas educativas sin interrupciones.
2. Compromiso Activo: Este principio sostiene que el proceso de aprendizaje demanda una
participación activa, no una pasividad. Dehaene subraya que un alumno
que solo asimila información de manera pasiva adquiere menos conocimientos que
uno que interactúa con el contenido, plantea hipótesis y las verifica. La
participación activa fomenta la inquisitividad y la motivación, elementos
imprescindibles para una educación eficaz y perdurable.
3. Manejo del Error y Feedback Constructivo: En contraposición al método convencional que
frecuentemente penaliza el error, Dehaene enfatiza que el error es un
instrumento crucial para el aprendizaje. Un sistema de retroalimentación
constructiva asiste a los alumnos a entender sus errores y a modificar su
entendimiento o competencias basándose en estos, en vez de desmotivarlos. Este
pilar nos instruye que el proceso de aprendizaje se potencia cuando el cerebro
se topa con una sorpresa o contradicción que le forza a reconsiderar y
modificar sus teorías.
4. Consolidación: La consolidación es el procedimiento de consolidar los saberes
obtenidos, y para ello, el sueño es esencial. Dehaene explica que
durante el sueño, el cerebro rememora los episodios más recientes, lo que
facilita la transferencia de datos de la memoria a corto plazo a la de largo
plazo, facilitando la liberación de recursos para adquirir nuevos conocimientos
al día siguiente.
El Aprendizaje Neurocientífico y la Plasticidad
Cerebral
Durante todo el libro, Dehaene
enfatiza la extraordinaria plasticidad del cerebro humano, particularmente en
los primeros años de vida, lo que facilita que el proceso de aprendizaje se
realice de forma casi automática en ambientes enriquecidos. Dehaene cita
ejemplos motivadores de personas que, a pesar de padecer graves discapacidades,
como la pérdida de un hemisferio cerebral o la ceguera, adquirieron habilidades
cognitivas complejas debido a esta plasticidad. Estos ejemplos no solo representan el potencial
de adaptación del cerebro, sino que también subrayan la relevancia de
proporcionar un entorno que lo estimule de manera apropiada.
De acuerdo con Dehaene, la función
de la escuela es actuar como un "acelerador cerebral" que impulse las
capacidades naturales del ser humano, expandiendo y potenciando sus
habilidades. Este "acelerador" facilita que los niños
adquieran habilidades esenciales como el lenguaje, la aritmética y la lógica,
superando mucho lo que un ambiente desorganizado podría alcanzar. Por lo tanto,
la institución educativa debería ajustar sus técnicas de enseñanza para que el
proceso de aprendizaje sea más compatible con los procesos naturales del
cerebro.
El escritor trata el asunto de
"aprender a aprender", subrayando la relevancia de la metacognición
—o el entendimiento de los procesos de aprendizaje propios— para potenciar la
habilidad individual de obtener y aplicar conocimientos. Entender el
funcionamiento del cerebro y el proceso de aprendizaje posibilita que los
alumnos modifiquen su forma de estudiar y aprender, optimizando de manera
significativa sus resultados.
Desde sus
inicios, Dehaene enfatiza que el ser humano, más que simplemente aprender,
"aprende a aprender". Establece que el ser humano es Homo docens, la
especie que se instruye a sí misma. Indica que esta destreza trasciende la mera
impartición de saberes y se enfoca en la singular habilidad de nuestra especie
para plantear hipótesis, ajustarse a nuevos contextos, y cultivar habilidades
mediante un proceso de ensayo y error que se perfecciona desde la niñez. Para
Dehaene, el aprendizaje no se limita a guardar datos; es un proceso activo de
adaptación y modelado del cerebro mediante la experiencia.
Ejemplos de Plasticidad y Resiliencia
Cerebral
El libro
presenta estudios de casos de individuos con discapacidades severas que
lograron desarrollarse intelectualmente, como personas que perdieron un
hemisferio del cerebro y, sin embargo, pudieron adquirir habilidades complejas.
Estas historias demuestran la increíble plasticidad y resiliencia del cerebro
humano. Por ejemplo, relata el caso de Nico, un joven que perdió el hemisferio
derecho del cerebro a los tres años, pero que logró desarrollar habilidades
artísticas y motoras complejas. También menciona la historia de Felipe, un niño
brasileño que, a pesar de estar cuadripléjico y ciego, desarrolló un
vocabulario amplio y una imaginación sorprendente, creando historias y hasta
escribiendo libros.
Aprendizaje Automático y Comparación con Inteligencia
Artificial
Dehaene indica
que tanto las máquinas como los humanos pueden aprender a identificar patrones
y solucionar problemas, aunque la forma en que alcanzan estos resultados varía.
Los algoritmos de aprendizaje profundo, que constituyen el núcleo de numerosos
sistemas de Inteligencia Artificial, se fundamentan en redes neuronales
artificiales que simulan, de forma muy simplificada, las conexiones neuronales
en el cerebro humano. Estas redes de Inteligencia Artificial tienen la capacidad
de ejecutar tareas concretas, como identificar rostros o traducir lenguas, sin
embargo, necesitan grandes volúmenes de datos y procesos de computación
sofisticados para lograr estos niveles de exactitud.
Por otro lado,
el cerebro humano, incluso desde la infancia, tiene la habilidad de aprender
con un número reducido de ejemplos. Un niño puede aprender a identificar y
utilizar una nueva palabra tras escucharla una o dos veces, en cambio, las
redes de Inteligencia Artificial suelen requerir miles de ejemplos para
detectar patrones y realizar generalizaciones valiosas.
Dehaene presenta
la idea del cerebro bayesiano, que describe la habilidad del cerebro humano
para llevar a cabo cálculos probabilísticos y realizar deducciones
fundamentadas en la incertidumbre. Este método, fundamentado en el teorema de
Bayes, propone que el cerebro modifica continuamente sus hipótesis y modelos
internos basándose en la información nueva que obtiene, valorando la
probabilidad de cada hipótesis. Este procedimiento le facilita la
generalización eficaz y el aprendizaje de escasas experiencias, algo que los
modelos de Inteligencia Artificial contemporáneos buscan replicar mediante los
algoritmos bayesianos en el aprendizaje automático.
Dehaene sostiene
que la implementación de algoritmos bayesianos en Inteligencia Artificial
podría contribuir a la creación de sistemas más flexibles y eficaces, capaces
de aprender de datos restringidos y efectuar modificaciones dinámicas basadas
en probabilidades, al igual que el cerebro humano. Esta habilidad estadística
intrínseca al cerebro representa uno de los retos más significativos para el
progreso de una inteligencia artificial realmente sofisticada.
Recomendaciones Prácticas para la Educación
En el libro Cómo
aprendemos (2014), Stanislas Dehaene ofrece una visión integral sobre cómo los
avances en la neurociencia pueden mejorar los métodos educativos. Además de las recomendaciones que
mencionas, Dehaene profundiza en varios puntos clave que amplían su propuesta
sobre cómo optimizar el proceso de aprendizaje:
La importancia de la motivación intrínseca: Dehaene subraya que el aprendizaje efectivo se
basa en la motivación interna de los estudiantes. Los entornos de
aprendizaje deben ser diseñados para despertar la curiosidad y el interés
natural por el tema, lo que puede lograrse a través de la interactividad y la
conexión emocional con el contenido.
El uso de la "neuroplasticidad"
para mejorar el aprendizaje: Dehaene explica que el cerebro humano es extremadamente
adaptable, lo que significa que, con la estimulación adecuada, puede formar
nuevas conexiones neuronales. Esto resalta la importancia de ofrecer a los
estudiantes experiencias de aprendizaje desafiantes, pero alcanzables, que
promuevan la creación y fortalecimiento de nuevas redes neuronales.
El papel crucial de la atención: El
autor enfatiza que el cerebro sólo puede aprender eficazmente cuando está
enfocado. Dehaene señala que la atención, que se ve influenciada por factores
como el interés personal y el entorno, debe ser cultivada dentro del aula.
Estrategias como el uso de tecnología interactiva o enfoques pedagógicos que
mantengan el foco de los estudiantes en la tarea pueden ser esenciales para la
retención a largo plazo de la información.
El aprendizaje multisensorial: Siguiendo
los hallazgos de la neurociencia, Dehaene aboga por métodos que utilicen
diferentes canales sensoriales (visual, auditivo, kinestésico) para facilitar
el aprendizaje. La combinación de imágenes, sonidos y actividades físicas puede
ayudar a que los estudiantes retengan mejor la información, haciendo uso de la
plasticidad cerebral.
La importancia del aprendizaje social:
Dehaene también destaca el papel de las interacciones sociales en el proceso de
aprendizaje. El intercambio de ideas y la colaboración entre pares fomentan una
comprensión más profunda y ayudan a los estudiantes a consolidar sus
aprendizajes de manera más eficaz. Aprender en un contexto social activa
circuitos cerebrales asociados con el bienestar y el refuerzo positivo.
El papel de la emoción en el aprendizaje:
Otro concepto clave en el libro es que las emociones juegan un papel
fundamental en la memoria y el aprendizaje. Las experiencias emocionales
intensas, positivas o negativas, son más fáciles de recordar y pueden ayudar a
consolidar lo aprendido. Dehaene sugiere que los educadores integren enfoques
que generen una respuesta emocional adecuada en los estudiantes para mejorar su
aprendizaje.
En conjunto,
estas recomendaciones no sólo están basadas en la neurociencia, sino también en
la comprensión de que el aprendizaje es un proceso complejo, que involucra
factores cognitivos, emocionales, sociales y ambientales. La implementación de
estos enfoques puede transformar las prácticas educativas, alineándolas mejor
con la forma en que el cerebro humano aprende naturalmente.
Conclusión
En resumen, el libro de Dehaene sugiere una perspectiva donde el aprendizaje se
transforma en un proceso potenciado y dirigido por los saberes acerca del
funcionamiento cerebral. Su perspectiva incita a pensar en una reforma
educativa que honre y potencie los procesos naturales del cerebro,
posibilitando que la enseñanza no solo transmita saberes, sino que también
promueva la inquisitividad, la creatividad y el compromiso intelectual.
Este libro es una valiosa
herramienta tanto para docentes como para progenitores y alumnos, quienes
podrían aprovechar un entendimiento más detallado sobre cómo optimizar el
potencial del cerebro durante el proceso educativo. En conclusión, ¿Cómo
aprendemos? propone una visión científicamente basada y comprensible para
optimizar la educación a través de la implementación directa de los saberes
neurocientíficos en el aula y en la vida diaria.
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